Un aceite desde la prehistoria
Un aceite desde la prehistoria, de un amarillo denso y espeso como si fuera oro líquido, con un sabor inigualable, entre lo amargo y lo suave al mismo tiempo. Es el perfecto acompañante de una barra de pan, o dicho de una manera más romántica: el pan fue inventado para comerlo con él. Es el ingrediente que le sube el nivel a una buena pizza. Si tomas una cucharada en la mañana de este nutritivo aceite, es probablemente la mejor vitamina que te puedas tomar en tu vida; evidentemente estamos hablando del señor aceite de oliva.
Como su nombre lo indica, este aceite de origen vegetal viene de la extracción de olivas (o aceitunas), pues la tercera parte de una oliva es aceite y por esto, desde tiempos inmemorables, se ha extraído fácilmente con un molino, el aceite de oliva. Como todos los aceites vegetales extraídos por el hombre, se han usado en la cocina, en la cosmética (perfumes y cremas), en rituales religiosos y hasta como combustible de lámparas de aceite.
El origen del aceite de oliva es remotísimo, pues algunas teorías afirman que el hombre tiene conocimientos del olivo desde el Paleolítico. En profundas excavaciones, se han encontrado molinos y restos de vasijas desde Siria hasta el río Nilo, que datan aproximadamente del 5000 A.C., es decir, a partir del descubrimiento de la agricultura.
Primera exportación
Hacia el 2000 A.C. en Egipto, se tienen los primeros registros pictóricos de los primeros usos que le dieron al aceite de oliva: para fines cosméticos. Incluso, se declara una diosa para el cultivo del aceite, ISIS, pues la mitología egipcia narra que ella enseñó el cultivo a los hombres. Sin embargo, es en Creta donde se documenta la primera producción cultiva y que, exportada a Egipto, se expande.
Próximamente con las conquistas del Mediterráneo, se dan los cultivos de aceite de oliva en toda Grecia, debido a la gran importancia en la civilización para todo tipo de usos. Esto devino en una gran comercialización del aceite y aumento de su expansión. Así fue como, a mediados del Siglo VII A. C., el aceite llegó a las tierras que hoy conocemos como Italia. Luego, fueron los fenicios quienes llevaron el cultivo de olivos al sur de la Península Ibérica y así se instala en la actual Andalucía. Sin duda alguna, el olivo fue un árbol muy viajero y conquistador.
Llegaron los romanos
Como bien sabemos, los romanos fueron los principales comerciantes de Europa y por eso su Imperio fue tan basto y amplio. A la llegada de los romanos a la Península Ibérica, potenciando los productos de la zona, convirtieron el sur de lo que hoy conocemos como España, específicamente Andalucía, en la zona con mayor producción de olivas y sus derivados. Se dio inicio a las primeras grandes exportaciones y fue así el aceite de oliva fue conocido en todo lo largo y ancho del Imperio Romano y demás tierras con las que comercializaban.
Las comunidades autónomas del sur de España, específicamente Andalucía, han sabido conservar bien la tradición de los olivos y sus variados aceites, pues actualmente se siguen posicionando como el país con mayor exportación de aceite de oliva en el mundo, seguidos por Italia y Grecia.
El aceite de oliva es actualmente uno de los aceites vegetales más saludables y de los más usados en todo el mundo. Junto con el pan y el vino, forma parte de la trilogía básica del Mediterráneo que nunca falta en un buen plato.
Que sigamos disfrutando del aceite de oliva por los siglos, de los siglos.