La historia de las crepes
La historia de las crepes, se preparan principalmente con harina de trigo y agua, sobre un sartén se vierte la mezcla formando un disco del tamaño deseado, hasta cocinarlo por ambas partes. Sobre esta base, se añaden cualquier cantidad de ingredientes dulces o salados que se deseen, algunos inventan sus propias mezclas y es así como hoy hablaremos de los deliciosos y famosos crepes.
Este típico plato europeo (ideal en desayunos y meriendas), algunos afirman que es originario específicamente de la región Bretaña de Francia y es tal la tradición, que actualmente se consumen a diario en todo el país. Otros estudios, afirman que este plato existe desde los tiempos del Imperio Romano y que se ha venido preparando con el paso de los siglos en diversas zonas que abarcó el Imperio.
Según este último estudio, es que se explica entonces que sea tradicional tanto en República Checa, Serbia, Croacia, Austria, Bulgaria, Hungría, Alemania, Holanda, Francia y España. Sin embargo, parece que Francia ha decidido tomar partido y ha hecho todo lo cultural y gastronómicamente posible para que sea considerado un plato francés, que se ha propagado por todo el mundo.
Para Francia y el resto de los franceses, las crepes nacieron entonces en Bretaña, en el Bajo Medio Evo; pues los agricultores, reunían harina de trigo, huevo y algún liquido como leche, agua o lo que encontrasen y el resultado de esta mezcla, lo dejaban coser sobre piedras que dejaban calentando a fuego vivo por largo rato, hasta dejarlas enrojecer. Es así como tenían unas tortas crujientes y delgadas, sobre la que mezclaban cualquier tipo de ingredientes salados. Los agricultores consiguieron crear un plato más sencillo y económico que la misma barra de pan y hasta más fácil de transportar para adentrarse a los campos a laborar.
Pasados varios años, en pleno siglo XIX, el plato dio un giro por completo y comenzó a mezclarse con ingredientes dulces debido a una visita real y a un accidente culinario. A este evento se le conoció como la “Crepe Suzette” y es que el príncipe de Gales estaba de visita por Montecarlo, para lo que el encargado de la cocina estaba decidido a sorprenderlo con unas crepes, pero con salsa de frutas. Se cuenta que mientras calentaba la salsa, derramó accidentalmente unos licores y todo se encendió, el cocinero había pensado que había arruinado la salsa pero decidió probarla. Sucedió la magia, se sorprendió de la exquisita equivocación y decidió servir la salsa junto a las crepes.
El príncipe quedó fascinado con el sabor y preguntó por el nombre del plato, a lo que el cocinero contestó “Crepes Princesse” y el príncipe respondió: ¿por qué no le llamas ‘Suzette’? En relación a una niña que se encontraba en la misma mesa que el príncipe. Y así fue como la crepe dulce, se le conoció como “Crepe Suzette” dada la anécdota con el príncipe de Gales.
Hoy en día existen tantas crepes, como mentes desean mezclar ingredientes, pero todo se resume básicamente a las dulces, con frutas, mermeladas, chocolates y más; y a las saladas, generalmente con quesos, carnes frías, champiñones, entre otros.
En todo caso, siempre hay una buena ocasión para unas crepes, sea como aperitivo, comida principal, saladas o dulces… pueden ser tan pesadas o tan ligeras como queramos. Es perfecto para mezclar con cualquier tipo de ingredientes y para compartir un buen rato entre amigos y familiares, si deseas elaborar un plato delicioso y sencillo.